De una etimología subacuática

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“¿Qué tienen en común estas frases?

1. «Babilonia, Londres y Nueva York han abrumado con feroz esplendor la imaginación de los hombres» (J. L. Borges, «Funes el Memorioso»).
2. «Su inmensa erudición podía llegar a abrumar» (A. Ribas, «Mircea Eliade, historiador de las religiones», El Ciervo).
3. «Aquí el paisaje abruma por su belleza» (La Posada de Robledillo).
4. «Qué sombrío y triste nos parece [el mundo] cuando alguna pena nos abruma» (A. Shopenhauer, El mundo como voluntad y representación).
5. «Me abrumó el tremendo agotamiento del viaje» (D. Barenboim, Mi vida en la música).

Los personajes que aparecen en estas citas –a veces sus autores y otras no–, que experimentan el efecto del verbo abrumar, se sienten agobiados o confundidos por el peso de algo que deben «cargar» de forma figurada. Dicha carga la sienten igualmente pesada tanto si consiste en cosas exageradamente positivas –esplendorosas ciudades (1), una gran erudición (2), un bello paisaje (3)– como si está compuesta de elementos muy negativos –una pena que convierte el mundo en sombrío (4), un gran agotamiento físico (5)–. Para responder a la pregunta arriba formulada debemos sumergirnos en el océano. La palabra abrumar procede de broma, un molusco marino que se introduce en el casco sumergido de las naves y perfora la madera con sus valvas, abriendo pequeñas vías por las que entra el agua. Esta multiplicación laberíntica de agujeritos dificulta la navegación del barco y la hace más lenta. Ahora, estas bromas bivalvas xilófagas ya no pueden dañar la mayoría de los modernos barcos, pero su gran éxito perforador aún se conmemora en el idioma castellano al menos desde el siglo xviii, en que ya aparece abrumar con significados casi iguales a los de hoy. Del mismo modo que un navío se ve lastrado por un peso excesivo que se ve obligado a soportar, también las personas deben cargar gigantescos cascos perforados con elementos buenos o malos, pero que en todo caso les dificultan o hacen más lento su viaje, debido al agobio, la confusión o la admiración que les producen. Dicho sea de paso, este molusco también es el origen del significado de broma como ‘dicho o hecho que tiene como fin hacer reír’ (recordad la expresión broma pesada). Para seguir con las cosas agobiantes, en el próximo post hablaremos de la palabra atosigar. Podéis ir pensando en qué tienen en común frases como “El humo los atosigaba” y “Nos atosigaron a preguntas”.”

Irene Renau
::: Lecturas recomendadas:

-Real Academia Española, Diccionario de autoridades, 1726
-AA. VV., Wikipedia (s. v. broma –molusco–)

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