NARRAR/CONTAR

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La escritura es una exigencia moral que da forma al fluir de la vida, un modo de ordenar el mundo y restablecer el equilibrio, la justicia, mediante un esfuerzo supremo del espíritu. Quizás por este motivo Marcel Schwob decía que «después de nuestros mayores, sólo nos queda escribir bien». Escribir bien es el camino que los poetas emprenden para familiarizarse con las exigencias del lenguaje y que éste les revele las diversas dimensiones de la realidad. Lo esencial de las historias que conforman la historia del mundo y de lo que subyace en el alma humana.

Paul Valéry afirma que la poesía es una tensión hacia la exactitud. Entiendo que es el recorrido de la flecha a través del alma del poeta en busca de su voz, su forma, para revelar la verdad del poema. Por esto, y como creo que el cuento es equiparable al poema, desconfío de quienes afirman que el cuento surge de una idea.

En realidad, lo que el cuento exige para ser escrito es una intuición. Las ideas son artificios de la inteligencia, mientras que las intuiciones son gránulos de fantasía, una suerte de conocimiento surgido extramuros de la razón, acaso de una memoria anterior, o del olvido.

No son las ideas, sino las intuiciones las que vinculan al poeta con lo sustantivo y lo remiten, desde mi concepción de la función vital de la obra de arte, indefectiblemente al mito o a sus aledaños. El recorrido de la flecha resulta así esa corriente vital que relaciona lo individual con lo colectivo, al sujeto con la comunidad.

//Antonio Tello es Profesor del Curso de narrativa avanzado. Autor de El hijo del arquitecto y El mal de Q. entre otras obras.

[Fragmento de Nociones sobre el arte de contar, de Antonio Tello]

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