Galeria de creadors: Microrrelats

Alguns dels microrrelats realitzats pels alumnes del curs d’estiu de Teoria i pràctica del Microrrelat, amb David Roas. Microrrelats de: Pedro Herrero, Isabel González i Josué Durán.

Suceso pendular

Después de decirle a mi novia que no la quería, conduje como un loco por una solitaria carretera de montaña, hasta que el reventón de un neumático llevó mi coche a la cuneta y lo estrelló contra un árbol.

Atraído por el impacto, un oso pardo hizo acto de presencia saliendo de unos matorrales, y se colocó frente a mí, alzado sobre sus patas traseras.

Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, oí en el autorradio que la fuga radiactiva de una central nuclear, situada a cierta distancia de donde yo estaba, borraría todo signo de vida en la zona, en cuestión de minutos.

El animal y yo nos miramos fijamente, sin saber qué hacer, mientras mi coche agonizaba entre manchas de aceite y escapes de vapor de agua.

Mi último pensamiento fue para mi novia.

Pedro Herrero
http://humormio.blogspot.com

Alta tensión

De vuelta a casa sus pensamientos seguían torturándole, por eso redujo la velocidad y se colocó en el carril de la derecha. La explosión de una de las ruedas traseras le devolvió bruscamente a la realidad concentrándose de lleno en el control del coche para evitar el accidente. Pasado el susto, se dispuso a sustituir el neumático y lo hubiese hecho con cierta tranquilidad y esmero de no ser por aquel oso con las fauces desencajadas que le miraba erguido sobre sus patas traseras desde el otro lado de la carretera.
Como pudo, con manos temblorosas y el rostro también desencajado por el miedo, sin perder de vista al animal, acabó de colocar el neumático y subió rápidamente al coche. Se disponía a arrancar cuando le pareció que la bestia le sonreía altiva, inmóvil, con cierto aire de satisfacción, como si fuera consciente del susto mayúsculo que le acababa de propinar. El hombre se sintió humillado: el terror se transformó en rabia.
Se aguantaron la mirada durante cinco largos minutos. Es entonces cuando David lentamente sale del coche y saca del maletero el viejo rifle del abuelo y apunta justo en medio de su cínica sonrisa y dispara. El animal se tambalea pero permanece en pie, sonriendo. Estaba seguro de haberle dado. Vuelve a apuntar, esta vez vacía el cargador: nada.
Su ira le lleva a cruzar la carretera sin pensar en las consecuencias, es una cuestión de dignidad, bastante tocado estaba ya como para añadir una mofa semejante. Ya en el otro lado, el hombre se deja caer al suelo con la cara entre las manos tras contemplar a aquel fantástico oso de madera, “camping “El Oso Pardo”, que luciendo una sonrisa llena de agujeros, seguía mirando al otro lado de la carretera.

Isabel González
http://isabel-hoyvoyaescribir.blogspot.com

Leviatán

No aguanto más el calor. Mi cuerpo se has sumergido en sudor y las paredes se han vuelto escamosas por la saturación acuosa del aire. Estiro mi mano y encuentro una textura pegajosa y movediza. Maldita humedad. Mi respiración jadeante llena el salón. Los adjetivos escurridizos repletan la casa. Pongo mi pie sobre el suelo y detecto veinte centímetros de agua sobre la baldosa y subiendo. Vuelvo a palpar los muros y escucho un rugido. El pastoso contorno de mi nuevo compañero avanza por la casa.

Josué Durán Hermida

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