Tres libros para guionistas

Javier Izquierdo, profesor del curso de guión, recomienda tres libros estimulantes para quienes están interesados en aprender a escribir guiones o conocer nuevos recursos para animar la creatividad.
El arte de la escritura dramática, de Lajos Egri.
Lajos Egri fue uno de los tantos artistas del este de Europa que enriquecieron la escena artística (y sobre todo la industria cinematográfica) estadounidense de entreguerras. Esta obra, publicada en los cuarenta y pensada originalmente para el teatro, se ha convertido en un texto de referencia para todas las formas de escritura, y es probablemente el primer manual de guión. El libro, brillantemente escrito, plantea uno de los principales debates de la escritura dramática, vigente hasta el día de hoy, que es la lucha por la supremacía (dentro de la construcción dramática) entre el personaje y la trama. Egri toma posición activa por el personaje, arguyendo que si éste está bien construído, la trama (e incluso el resto de elementos, como los personajes) saldrá directamente de él. También defiende la idea de que toda obra debe partir de una premisa, algo así como una tesis, que contiene en sí el tema y el gérmen de la historia (un ejemplo: la ambición desmedida conduce a la destrucción). En sus palabras: “La premisa es el momento de concepción, el inicio de una obra. La premisa es una semilla y de ella crece una planta que estaba contenida en la semilla original; nada más, nada menos. La premisa no debe saltar a la vista como un pulgar hinchado, convirtiendo a los personajes en marionetas y las fuerzas en conflicto en una construcción mecánica. En una obra bien construída, es imposible identificar donde termina la premisa y donde comienza la historia o el personaje.” (traducción del inglés del autor de esta nota)
El libro del guión, de Syd Field
Junto con los también norteamericanos Linda Segers y Robert McKee, Syd Field es uno de los principales “gurus” contemporáneos de la escritura cinematográfica. Más directo que Segers (que se detiene en ejemplos de películas) y menos filosófico que McKee (pero no por eso mejor), es también el más vendido, a través de sus sendos manuales, de entre los tres. Las razones de su popularidad probablemente se explican por la sencillez de su “paradigma”, desarrollado a lo largo de su obra manualística, y centrado en la parte estructural del guión. Este modelo, que incluye un esquema gráfico, se podría resumir así: todo guión se divide en tres actos (presentación, confrontación y resolución) y cada acto está separado por un punto de giro (uno al final del prime acto y otro al final del segundo). Estos puntos de giro (acontecimientos que normalmente afectan al personaje principal y cambian el curso de la historia), tienen su lugar preciso, casi milimétrico para Field (entre las páginas 25 y 27 el primero, y 85 y 90 el segundo, en un guión de 120 páginas) y son las herramientas principales para la construcción del guión. El paradigma de Field, acusado por muchos de reduccionista, es una realidad en el mundo del cine. Como prueba, basta mirar, cronómetro en mano, una película media de Hollywood y comprobar cómo, alrededor del minuto 30 sucede el primer punto de giro principal, y aproximadamente a 15 minutos del final, el segundo.
La semilla inmortal, argumentos universales en el cine, de J. Balló y X. Pérez.
Siguiendo algo así como un camino inverso a los estudios de gente como Propp (La morfología del cuento) y Vogler (El viaje del héroe), que buscaban identificar rasgos en común entre las narraciones tradicionales de diferentes culturas y tiempos, el equipo de estudiosos catalanes bucea en la historia del cine para encontrar puntos de encuentro (ya sean voluntarios o no) con argumentos y personajes clásicos de la literatura universal. De esta forma, descubrimos como Paris, Texas, de Wim Wenders, puede ser considerada una relectura de la Odisea, cómo muchas películas sobre inmigrantes se relacionan con La Eneida o como Jasón y los argonautas ha marcado la pauta para el género de la “road movie”. Así mismo, encontramos las resonancias kafkianas de ciertas películas de Hitchcock, la herencia de Macbeth en las películas de mafiosos y qué le deben cineastas como Woody Allen y Eric Rohmer a Sueño de una noche de verano, también de Shakespeare. Y los mil ropajes que han asumido personajes como Madame Bovary y Fausto en el cine. Por solo nombrar algunos ejemplos. Este libro se aparta de la concepción tradicional de “manual” para convertirse en una auténtica guía de referentes culturales y artísticas que enriquecerán la visión de cualquier guionista.

Deja un comentario

*