El miedo al disparo

Sobreviene cuando nos llevamos a las manos una cámara de fotos con la intención de “fotografiar”. Es entonces cuando surge el “terror a la página en blanco” en su versión visual: ¿qué fotografío? Nos hemos leído el manual de la cámara y decenas de libros de técnica, pero cuando hay que comenzar a capturar imágenes: ¿por dónde empiezo?

La fotografía tiene una dependencia pandémica de la técnica y como ocurre en muchas otras formas de expresión se suele confundir el proceso con la herramienta. La fotografía en sí, no es más que un vehículo para manifestar o transmitir una pasión o un sentimiento a otra persona. Por lo tanto, para desgracia de los más impacientes, las respuestas a las preguntas del primer párrafo son muy sencillas, pero abren un campo terroríficamente vasto:

“Se puede fotografiar cualquier cosa y puedes empezar por donde quieras”.

Cada imagen fotográfica es una intersección de tres elementos: luz, espacio y tiempo. Fotografiar implica ser capaz de encontrar en nuestra realidad estas intersecciones, esos pequeños poemas visuales escondidos en un espacio y tiempo infinitos. Cartier Bresson lo expresaba con una frase que hizo famosa:

“Fotografiar significa reconocer, simultáneamente en una fracción de segundo, tanto la acción en sí como la rigurosa organización de las formas percibidas que le dan el significado. Implica saber colocar tu cabeza, tu ojo y tu corazón en un mismo eje”.

Para ser capaz de contar con imágenes, hay que aprender a VER de forma fotográfica. Al igual que ocurre con cualquier otro lenguaje, antes de comenzar a darle un uso narrativo, hay que conocerlo al detalle. Hay que aprender su gramática, su morfología y su sintaxis, saber que limitaciones tiene, cómo podemos sacarle el máximo provecho, cuáles son sus reglas y cómo y cuándo romperlas. Una vez que se han asimilado estos aspectos del lenguaje fotográfico, teniendo curiosidad y capacidad para conceptualizar, podremos usar la fotografía como una potente herramienta de comunicación.

Lo verdaderamente importante no son las cosas que ves, sino cómo las ves. Se trata de encontrar algo interesante en un lugar ordinario, en convertir la observación en un arte. “No estoy interesado en fotografiar cosas nuevas”, decía Ernts Haas, “sino en VER las cosas de una forma nueva”.

La narrativa fotográfica, la capacidad para contar con imágenes, es bastante más compleja que “apretar un botón y dejar que otros hagan el resto” como nos prometía George Eastman en la publicidad de Kodak en 1888. Es precisamente esa complejidad la que la hace tan interesante como medio de expresión. Aprendiendo a narrar visualmente, podremos usar las imágenes para articular historias llenas de matices.

// Ángel Albarrán es profesor del Curso de Fotografía Narrativa del Laboratorio de Escritura.

  1. Lucía dice:

    Podría parecer obvio pero es verdad. La fotografía no es tan facil como dicen, hay un momento que te quedas en blanco y no se te ocurre que fotografíar. A mi personalmente me interesa reflexionar más de este tema… La planificación no se si funciona del todo, pero la improvisación a veces da cosas impresionantes. A lo mejor las dos se pueden combinar.. En fin que el miedo al disparo está presente en todos….

  2. Pablo dice:

    Miedo?… Es terror.. pero hay que seguir disparando.

  3. Fran dice:

    Que buena la foto, cómo la hiciste? tiene algún tratamiento digital? Para ser un homenaje a Manuel Álvarez Bravo, está genial, hasta mejor diría yo

  4. Ángel dice:

    Estoy de acuerdo con lo que dice Lucia: es interesante reflexionar sobre el tema de quedarse en blanco. ¿Porqué ocurre? Al igual que en la escritura siempre hay algo que escribir, en la fotografía siempre hay algo que fotografiar, es decir, en ambos casos, siempre hay algo que contar.
    En realidad el nivel de planificación no importa tanto. Lo más importante es dominar el lenguaje visual para poder contar. Es como el caso del free jazz: puede ser totalmente improvisado, pero para llegar a ese nivel de “improvisación” hay que conocer el lenguaje musical para comunicar con el receptor del mensaje. Dominar el instrumento (la cámara) con el que “fabricamos” el mensaje es importante, pero cuidado, porque como decía Arnold Newman:
    “Una buena cámara no servirá para nada si no hay nada en tu cabeza o tu corazón”.

  5. Ángel dice:

    Lo que comentas, Pablo, es lo que yo no paro de aconsejar. Pero Helmut Newton lo dijo indirectamente antes que yo:
    “Las primeras 10000 fotos son las peores” ;O)

  6. Ángel dice:

    Gracias por el piropo Fran. (Ya me gustaría a mi ser capaz de crear auténticas parábolas visuales como lo hacía Álvarez Bravo). Si quieres más información sobre mi foto haz un click encima que te llevará a mi página de Flickr. Allí verás toda la información técnica (en los tags) y los comentarios del resto de usuarios.

  1. Todaia no hay trackbacks para esta entrada.

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