Historias cercanas

La narrativa se ha convertido en el último as bajo la manga del periodismo. Sí, aunque parezca increíble, ese acto tan básico para el oficio, como lo es contar hechos, se ha convertido en el mejor recurso para atraer (y conservar) lectores.
Primero fue la radio quien dio la cachetada de la inmediatez, luego fue la televisión la que aplicó un certero gancho al hígado con la imagen y finalmente el internet pegó de lleno en la cabeza de la industria periodística, cada día más lenta y, por lo tanto, más a la baja. Pero esto ya se veía venir: en el año 1997 el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez aseguraba que los diarios tenían el gran reto de competir con los medios electrónicos sin volver a contar la misma historia que la gente ya ha visto y oído decenas de veces. Y aseguraba que la narrativa era su mejor recurso.
Por desgracia, en los últimos años los periódicos se han convertido en fábricas de galletas, donde la información tiene como objetivo rellenar los huecos que deja la publicidad. Así que los directivos, los cuales en su mayoría nunca han escrito una noticia en su vida, han tenido ideas tan creativas como regalar bicicletas por suscripción o películas en los kioscos.
Sin embargo, el domingo suele ser un buen día de ventas. La gente se toma la molestia de salir a la calle, haga frío o haga calor; sacarse unas monedas del bolsillo y comprar un fajo de papeles impresos que seguro en unos días irá a la basura. Y la pregunta es ¿por qué?
Tal vez la respuesta sea que los domingos la información cambia. Aunque se incluye la noticia pura y dura, ésta viene acompañada de crónicas y reportajes. En general, estas historias suelen interesar al lector porque sencillamente son más cercanas a él: no es lo mismo que le expliquen en términos macroeconómicos la crisis financiera a que le narren la historia de una mujer viuda con dos hijos que ha tenido que entregar su casa a un banco.
Este hecho refleja que los seres humanos seguimos siendo los mismos desde los inicios de los tiempos. Las narraciones, primero orales y luego escritas, siempre han llamado nuestra atención, por su cercanía, por su transparencia, por su claridad. Por eso es curioso que la narrativa sacada directamente de la realidad haya perdido fuerza a diferencia de la de ficción. Aunque esa, es otra historia.
Y aunque todavía los directivos de los medios impresos siguen en su nube comercial, por ahí abundan cientos de cronistas deseosos de narrarnos una historia capaz de sorprendernos. Y aunque sólo tienen un día para hacerlo, no se preocupen, aquí los esperamos.

periodicoLa narrativa se ha convertido en el último as bajo la manga del periodismo. Sí, aunque parezca increíble, ese acto tan básico para el oficio, como lo es contar hechos, se ha convertido en el mejor recurso para atraer (y conservar) lectores.

Primero fue la radio quien dio la cachetada de la inmediatez, luego fue la televisión la que aplicó un certero gancho al hígado con la imagen y finalmente el internet pegó de lleno en la cabeza de la industria periodística, cada día más lenta y, por lo tanto, más a la baja. Pero esto ya se veía venir: en el año 1997 el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez aseguraba que los diarios tenían el gran reto de competir con los medios electrónicos sin volver a contar la misma historia que la gente ya ha visto y oído decenas de veces. Y aseguraba que la narrativa era su mejor recurso.

Por desgracia, en los últimos años los periódicos se han convertido en fábricas de galletas, donde la información tiene como objetivo rellenar los huecos que deja la publicidad. Así que los directivos, los cuales en su mayoría nunca han escrito una noticia en su vida, han tenido ideas tan creativas como regalar bicicletas por suscripción o películas en los kioscos.

Sin embargo, el domingo suele ser un buen día de ventas. La gente se toma la molestia de salir a la calle, haga frío o haga calor; sacarse unas monedas del bolsillo y comprar un fajo de papeles impresos que seguro en unos días irá a la basura. Y la pregunta es ¿por qué?

Tal vez la respuesta sea que los domingos la información cambia. Aunque se incluye la noticia pura y dura, ésta viene acompañada de crónicas y reportajes. En general, estas historias suelen interesar al lector porque sencillamente son más cercanas a él: no es lo mismo que le expliquen en términos macroeconómicos la crisis financiera a que le narren la historia de una mujer viuda con dos hijos que ha tenido que entregar su casa a un banco.

Este hecho refleja que los seres humanos seguimos siendo los mismos desde los inicios de los tiempos. Las narraciones, primero orales y luego escritas, siempre han llamado nuestra atención, por su cercanía, por su transparencia, por su claridad. Por eso es curioso que la narrativa sacada directamente de la realidad haya perdido fuerza a diferencia de la de ficción. Aunque esa, es otra historia.

Y aunque todavía los directivos de los medios impresos siguen en su nube comercial, por ahí abundan cientos de cronistas deseosos de narrarnos una historia capaz de sorprendernos. Y aunque sólo tienen un día para hacerlo, no se preocupen, aquí los esperamos.

// Carlos López-Aguirre es profesor del curso de Periodismo y Literatura del Laboratorio de Escritura.

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