Escribir es sólo una de las maneras en que se revela la poesía

escribir_es_vivir¿Es arte la poesía? Parte del arte, está en la poesía. Nunca completa. Porque si el arte cubre por completo la poesía aquello ya no es poesía. Por supuesto que hay no poesía que se parece a la poesía -aquella no cubierta por el arte completamente- y que no necesita -aquella, la otra, la no completada- convertirse en arte toda ella. Una se disfraza de arte enteremente. La otra se descabella por no salir con todo el cabello al aire, que la revelaría como musa artistica, sana o tísica, da lo mismo para lo que tiene que callar y hablar en nombre de la poesía.

La poesía parecería entonces un “estado de vida”. Pero si lo fuese completamente, entonces tampoco sería poesía.
Las palabras no pertenecen al arte. Ni siquiera a la vida.
La palabra es un Don. Don con mayúscula o don con minúscula pero es un regalo, que tuvo su precio, por supuesto, y lo sigue teniendo.
Y ser poeta no es tanto un misterio como el cumplimiento del precio que tenemos que pagar por querer ser poetas.
Y casi nunca se es poeta cuando se escribe. Escribir es sólo una de las maneras en que se revela la poesía al poeta. No sé si en el metro se revela la poesia -muchos dicen que sí-, y eso está bien, muy pero que muy bien, si tu relación con el metro tiene su precio.
Antes bastaba un establo, o un recodo del camino por donde asomaba un campanario, o un sueño, donde la rosa era roja o azul o blanca, dependiendo de las circunstancias del soñador, del sueño, y del mundo de las flores. Y posiblemente del vestido que no usaba tu madre.
Y ni siquiera tanto andamiaje: el sonido de una rana en el agua bastaba.
El oido y el sonido.
También el ojo notifica. Y hay que poseer buenos ojos -lo mejor es estar ciego- para llegar a la poesía.
La facultad de penetrar en la oscuridad no es la misma facultad que se necesita para penetrar en la luminosidad.
Loados aquellos que penetran en ambas, y el movimiento los devuelve al punto inicial.
Loados aquellos que penetran en ambas -o sólo en una de ambas regiones- y quedan allí todo el tiempo que les queda de vida.
Los mejores son los que penetran en la muerte sin hacer los aspavientos que hace al arte con Esa Cosa que no se puede representar.
Así también penetran en la vida, que Loca Alegre, o Melancólica Llorosa, tampoco, aunque lo parezca, se puede representar.
Lucha feroz del poeta contra todo aquello -que es el Todo- que no se puede representar.
Se le llama lucha de las formas.
Es un buen modo de comenzar la pelea, porque uno sabe que lucha contra “algo”.
Pero ese algo -la forma- no es nada comparado con el resto del combate.

// Rolando Sánchez Mejías, es profesor del Curso de Poesía del Laboratorio de Escritura. Autor de Historias de Olmo y Cuaderno de Feldafing, ambas publicadas en editorial Siruela.

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