Soluciones creativas: Cuestión de originalidad / Estrella Borrego

alice_in_wonderlandEstá de moda la literatura infantil y juvenil. Tres de los cineastas norteamericanos más imaginativos de la actualidad decidieron al mismo tiempo adaptar clásicos de la literatura infantil y juvenil. Wes Anderson ha hecho una recreación sensacional de El fantástico señor Zorro, de Roald Dahl. Tim Burton se atrevió con Alicia en el País de las maravillas, la obra nada pueril de Lewis Carroll. Y Spike Jonze asumió la ardua tarea de adaptar Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak, cuyo libro original, de 1963, tiene apenas un puñado de frases.

De todos los análisis posibles que sin duda provocará esta coincidencia, nos interesa aquí un hecho que hace tiempo que sospechan muchos editores: los adultos están fascinados por el mundo que recrea la literatura infantil y por sus posibilidades expresivas. Quizá esa sea una de las causas por las que este sector editorial es el único que arroja cifras positivas de ventas en los tiempos que corren.

Sin duda se trata de una cuestión de originalidad. La literatura infantil, cuando deja atrás su servilismo a los valores morales y pedagógicos de las clases dominantes, conquista un terreno de libertad exclusivo, donde prevalecen (o deben prevalecer) la imaginación, el entretenimiento y la honestidad.

La infancia es un país sin fronteras que estimula la creatividad. El niño tiene una enorme diversidad de intereses, a pesar de su escasa experiencia del mundo; su fantasía no conoce los límites de la cotidianeidad y tiene unas herramientas extraordinarias para entender todos los significados, como son la curiosidad y el juego.

Con semejante receptor, la originalidad es un reto infinito que sólo exige a los autores y editores, un compromiso “serio” con ese espacio de nuestra memoria.

«Escribo para entretener a la niña que fui y que sigo siendo», repetía Astrid Lindgren hasta la saciedad cuando le preguntaban por qué escribir para niños. Y añadía: «No sé cómo debe ser un libro infantil, trato de ser auténtica; auténtica en el sentido artístico, que es lo único que me propongo cuando escribo.»

Parece estimulante, y divertido. Sólo hay una pequeña dificultad: «que para los niños se debe escribir igual que para los adultos, pero mejor», frase atribuida a Gorki, que no escribió una sola línea para niños.

// Estrella Borrego es profesora del curso de Edición de Literatura Infantil y Juvenil del Laboratorio de Escritura.

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