Soluciones creativas: La lectura es una práctica

Con independencia del ámbito en el que se esté ―cultural, científico, filosófico, lúdico…―, cualquier persona con dos dedos de frente aconsejará al novel que practique aquello que quiere mejorar. El maestro zen sermoneará a su discípulo que se siente a meditar y reduzca al mínimo sus lecturas y reflexiones filosóficas; la profesora de canto indicará a la alumna que debe cantar un mínimo de dos o tres veces por semana para mejorar su voz; el profesor de un curso de escritura pondrá ejercicios a los participantes para que vayan encontrando su estilo. Incluso hay literatos que, incapaces en momentos de bloqueo de escribir nada, dibujan o garabatean sobre el papel para deshacer el maleficio de la hoja en blanco y así poder arrancar.

No solo la escritura es una práctica: la lectura también lo es. Hay buenos y malos lectores como buenos y malos escritores, y esa habilidad se gana leyendo, como en cualquier ámbito. Lea con conciencia de lo que lee, desmadeje un hilo de Ariadna para encontrar relaciones entre lecturas, trace su propio mapa de ruta interior que lo llevará de un autor a otro, y de este a sus propios textos. Si se persevera en la lectura, esta se convierte en la mejor maestra, la única que nunca se jubila, que nunca cambia con los planes de estudio. El poso de una buena lectura tras otra se convierte en una especie de manto de hojas que han ido formando el lecho de un bosque, y en el que puede crecer de todo, y no todo lo que crezca lo tendremos bajo control.

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