Los deseos ignorados de Kafka

Franz Kafka sigue más vigente que nunca. Siempre lo ha estado, es cierto, su obra es una de las más importantes e influyentes a nivel mundial. No obstante, su figura y el destino de sus textos inéditos se han convertido en temas asiduos de las páginas culturales de los diarios en las últimas semanas.

A mediados del mes de mayo apareció la información sobre la publicación del libro Autores, libros, aventuras. Observaciones y recuerdos de un editor, seguidos de la correspondencia del autor con Franz Kafka de Kurt Wolff. A pesar de lo complicado de su título, el libro muestra una faceta interesante del autor de La Metamorfosis. Wolff fue precisamente el primer editor de la obra y describe tanto al Kafka más conocido, el joven de 30 años callado, torpe, tímido, vulnerable e incluso tierno, como a otro más maduro y preocupado por su obra. Destaca que durante la edición del libro el autor le exige en una carta que de ninguna manera se publique un insecto en la portada. Parece que él ha sido el único en cumplir esta petición, pues las centeneras de ediciones que se han publicado alrededor del mundo, en su mayoría cuentan con la infaltable cucaracha en la portada.

Wolff también relata la inseguridad permanente de Kafka, quien vivía preocupado por las críticas de sus obras que aparecían en los periódicos. Otro aspecto que resalta el editor, y que con el paso de los años se ha ido confirmando, es que el empresario Max Brod veía a Kafka más como una mercancía que como un amigo. Y precisamente las últimas noticias de Kafka van en ese sentido.

Como se sabe, Brod no cumplió la voluntad del autor de quemar sus textos inéditos, al contrario, publicó varios de ellos y finalmente huyó con el resto a Israel. Al morir, los legó a su secretaría, Esther Hoffe, la cual hizo lo mismo con sus hijas. Este ir y venir de los “papeles de Kafka” ha creado varios conflictos legales entre instituciones alemanas, israelíes y las mismas hermanas Hoffe, las cuales se han lucrado con la venta de algunos de los manuscritos originales, como es el caso de El proceso.

La última noticia desde Tel Aviv, donde viven las hermana Hoffe, son que en un año han entrado a robar a su casa en tres ocasiones. Ellas aseguran que no saber concretamente qué fue sustraído, sólo se limita a decir que fueron cartas, partituras y algunos libros. Desde la Biblioteca Nacional de Israel aseguran que el legado de Kafka está siendo liquidado. El proceso judicial parece que tardará muchos años más para que las autoridades designen quién debe gestionar el patrimonio del genio de Praga.

Estas últimas noticias lo único que demuestran es que tanto las ancianas Hoffe, los jueces y la Biblioteca Nacional de Israel siguen observando al Kafka tímido e inseguro que aparece en las fotografías, incapaz de levantar la voz y al cual es fácil negarle un deseo, aun cuando éste sea el último.

// Carlos López-Aguirre es profesor del curso de No Ficción del Laboratorio de Escritura.

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