Literatura y cine: una relación desigual

Mucho se ha hablado de la constante unión entre el cine y la literatura, dos tipos de lenguaje, dos formas distintas de contar historias. Hace apenas unos días la película catalana Pa Negre de Agustí Villaronga, basada en el libro homónimo de Emili Teixidor, sorprendía al llevarse nueve premios Goya, incluyendo el de Mejor Película. Confirmando nuevamente que los guiones sacados de las páginas de los libros son sinónimo de éxito: en las nominaciones a los Óscar del 2011 cuatro de las diez películas nominadas a mejor película están basadas en libros.

El cine con un objetivo más comercial también ha encontrado en los libros una mina de oro. Los casos más reconocidos los encontramos en la literatura infantil y juvenil, claro ejemplo de este fenómeno son Harry Potter, la saga Crepúsculo o Las crónicas de Narnia. En el ámbito de una literatura dirigida a un público de mayor edad podemos destacar la saga Millenium de Stieg Larsson, la cual también cuenta con una característica particular: Estados Unidos piensa realizar su propia versión de la saga, aparte de las ya realizadas en Suecia, dirigida por David Fincher, director de películas como El club de la lucha, El curioso caso de Benjamin Button o La red social, todas ellas basadas en obras literarias.

No obstante, la relación se trunca cuando las adaptaciones a la gran pantalla se realizan sin tomar en cuenta el cambio de lenguaje y, sobre todo, cuando la historia nace en forma de imagen y pasa al papel. Hasta el momento es difícil encontrar un libro que, basado en un guión cinematográfico, haya encontrado una amplia aceptación del público o la crítica.

Es, definitivamente, una relación desigual. Donde la gran proveedora es la literatura. Será difícil que esta tendencia cambie aun cuando surjan grandes guiones cinematográficos. Porque el cine da y quita al mismo tiempo: ofrece todo su lenguaje basado en imágenes y sonidos, es decir, un lenguaje cotidiano que resta cualquier capacidad de imaginación. Cuántas veces hemos oído decir a la gente que ha visto una película basada en un libro que al leer éste no podía dejar de recordar la película. Aunque es innegable que los dos artes ofrecen grandes oportunidades a la reflexión.

Literatura y cine seguramente seguirán ligados por siempre. Y quizá cada uno tendremos que decidir de qué forma queremos que nos cuenten historias.

  1. […] Las producciones audiovisuales, han tenido una constante dependencia al uso de textos, ya que en una primera instancia para la creación de una película, se necesita una historia traducida en un guión que organiza diálogos, el tiempo y espacio de los personajes, así como también sus contextos. Tal como afirma el guionista y director español, Gonzalo Suárez: La literatura no ha necesitado del cine para crear imágenes, lo ha echo espontáneamente antes de que el cine existiera. Por el contrario, lo que llamamos cine es dependiente, lo queramos o no, de estructuras literarias” (Sánchez Noriega, 2000 p.34) […]

  2. […] Las producciones audiovisuales, han tenido una constante dependencia al uso de textos, ya que en una primera instancia para la creación de una película, se necesita una historia traducida en un guión que organiza diálogos, el tiempo y espacio de los personajes. […]

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