Soluciones creativas: Tiempo de investigación / Carlos López-Aguirre

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Toda historia requiere su tiempo, incluso aquellas que ya han sucedido. Y quizá sean éstas las que deben esperar más para ser contadas. Antes de hacerlo debemos estar seguros de los hechos, contrastarlos, entrevistar a los testigos, buscar antecedentes, interrogar(se) sobre las posibles consecuencias.

En el periodismo narrativo, la investigación es el cimiento sobre el que se construye la historia. Sin ella, todo esfuerzo por no faltar a la verdad es estéril. El texto se queda huérfano de contenido, de color, de brillo, de voz. Para realizarla, ante todo, se debe tener paciencia, por más que la hoja en blanco te convoque a la cita inevitable.

Y cuando consideremos que la investigación ha concluido, la redacción del texto también requiere de tiempo. Ni más ni menos del indispensable. Todo texto tiene su ritmo, y él mismo te dirá las horas, los días o las semanas que necesita. Eso sí, nunca hay que dejarlo, porque se muere como una planta que se ha dejado de regar.

Pero no todo termina con el punto final. La revisión de todo texto implica cierto rigor. Es casi como volver a escribir toda la historia: que los datos sean correctos, que luzca el contraste de la información, que tenga un ritmo, una agilidad en la lectura, que no se cuelen erratas o faltas de ortografía. Incluso, si todavía nos queda un poco de tiempo, sería recomendable que alguien más leyera nuestra historia: una mirada fresca siempre encuentra elementos que difícilmente nosotros, los que contamos, hubiéramos descubierto durante todo el proceso.

La paciencia es un arte, un oficio que debemos cultivar al narrar, al escribir. Es una virtud de la que nos sentiremos orgullosos cuando leamos, finalmente, nuestra historia.

//Carlos López-Aguirre es profesor del curso de Narrativa de No Ficción del Laboratorio de Escritura.

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