Curso de corrección de estilo: por qué escribir mejor
«Viste mal y mirarán el traje; viste bien y mirarán a la mujer»,
dice una de las más grandes diseñadoras de la historia, Coco Chanel. Exactamente lo mismo se puede decir de uno de tus textos: escribe mal y mirarán tus faltas; escribe bien y se fijarán en lo que dices.
La corrección en la escritura es, pues, un sine qua non: el punto de partida desde el cual comenzamos a hacer algo en serio, ya sea literatura, periodismo, una demanda, una carta administrativa y cualquier otro tipo de textos, sobre todo aquellos en los que es más imperiosamente necesario convencer a quien lee. Tener cuidado con la ortografía, la gramática y el léxico cuando se escribe no es ese tedioso paso que coarta la libre inspiración, que tan bien funcionaba sin que vinieran a estropearlo las normas: tener ese cuidado es el camino, es el escribir en sí mismo, es el abogado del diablo que activará el espíritu crítico del redactor y lo ayudará a mirar al suelo y ver la piedra que le molestaba, medirla, observar sus aristas y sortearla.
Un buen escritor, periodista, poeta, etc., debe hacerse responsable de su propio texto y poder contestar todas las preguntas que se le hagan sobre él: por qué está esta coma aquí, por qué has usado allí este adjetivo, porque esta frase no conserva el orden natural… Para poder contestar estas cuestiones, este escritor se las tiene que preguntar primero a sí mismo.
Este es el principal objetivo del curso de corrección de estilo que propone el Laboratorio de Escritura: ofrecer herramientas teóricas y prácticas a sus participantes para que, una vez terminadas las clases, sean capaces por sí solos de adoptar una actitud crítica con sus textos y con los de los demás. Este objetivo se puede canalizar a través de la escritura propia (es decir, puede interesar a personas que cultivan la escritura de cualquier tipo) o a través de la corrección de textos de otros (puede abrir la puerta a profesionales que quieran ser correctores lingüísticos). Los intereses de unos favorecerán los de los otros y se compenetrarán totalmente, pues un buen corrector profesional debe saber escribir a la perfección, y un buen escritor debe saber valorar su texto con distancia, como si fuera otro quien lo hubiera escrito.
Las clases contendrán una parte teórica y una práctica, y se impartirán para un máximo de ocho participantes, lo que permitirá un trato casi personalizado con cada alumno. La experiencia como correctora profesional, lingüista y lexicógrafa de la profesora hará que el participante salga del curso conociendo perfectamente sus puntos fuertes y débiles y lo ayudará a hacer madurar su propia escritura y su agudeza en la observación de los textos ajenos.
Y para terminar, una frase genial sacada de un ejemplo de un diccionario, que afortunadamente se pudo corregir a tiempo:
«Cada vez que llegaba su perro hacía una fiesta.»
El curso de estilo que propone el Laboratorio servirá para que no nos traicionen los signos de puntuación y digamos exactamente lo que queremos decir y no otra cosa: o bien que «Cada vez que llegaba, su perro hacía una fiesta», o, lo que es mucho más divertido, aunque poco probable, «Cada vez que llegaba su perro, hacía una fiesta». // Irene Renau Araque es profesora del Curso de Estilo del Laboratorio de Escritura. También es profesora de Lengua Española de la Universitat Pompeu Fabra, ha escrito dos ortografías y colaborado en la redacción de unos diez diccionarios de español.
// Irene Renau, es profesora del Curso de Corrección de Estilo del Laboratorio de Escritura.